Quien transita con frecuencia por las calles del Centro Histórico de Guatemala seguramente la ha observado parada en alguna esquina, vendiendo papeles y lapiceros, cruzando la plaza, sentada en las gradas del Palacio Nacional o simplemente caminando, vestida como hombre: nuestra George Sand.
Con suerte y con persistencia se logrará que más allá de negociar un poema, se le pueda dar la mano, mirarla a los ojos, escucharla cantar y repetir hasta el cansancio la misma historia de la enfermedad de sus ojos, el embargo internacional de su obra y los contratos culturales en París.
Con todo siempre sabe la fecha en la que está, conoce títulos de libros y autores, puede hablar de ellos y calificarlos con lucidez.
Ella es Isabel de los Ángeles Ruano, la más grande escritora viva que tiene Guatemala. Y estos, algunos testimonios que nos ayudan a armar un perfil de su vida y su obra.
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